Sabogal y el indigenismo en el Perú

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Creo que uno de los cursos que más disfruté cuando estaba en la universidad fueron los de Historia del Arte. Sin embargo, no podía evitar pensar de que estudiar estos temas era realmente fue un privilegio. Estudié en una facultad de Arte y acceder a este tipo de información no es algo sea tan accesible, en el sentido de que los escenarios en los que debes llevar este tipo de cursos son muy reducidos. Las personas tienden a pensar de que este tipo de conocimientos no son necesarios, pero aprender sobre Historia del Arte es extremadamente beneficioso: es un gran apoyo al estudio de otro tipo de Historias y te ayuda a contextualizar visualmente lo que estaba sucediendo en determinado período histórico. El arte siempre ha sido una forma de hablar, discutir y analizar lo que sucede al rededor de quien lo produce, y muchas veces estos temas no son personales, sino sociales y políticos. Entender y poder analizar una obra de arte, ya sea una pintura, una escultura, un video, una película, etc. ayuda a entrenar el cerebro a tener un pensamiento más crítico y detallado, algo que se puede aplicar a todo tipo de actividades que realicemos. Además, para las personas que nos dedicamos a trabajos creativos, es necesario aprender sobre quienes estuvieron antes que nosotros. No importa si tu trabajo es muy gráfico, siempre se puede encontrar inspiración y referentes en obras de arte. Composición, paletas de colores, etc. Entonces, quiero aprovechar este espacio y compartir algunas de las cosas que aprendí y que me parecieron más interesantes y que de paso todos podamos aprender algo nuevo. Aprovecharé este primer post histórico para hablar sobre uno de mis pintores peruanos favoritos y el movimiento del que fue parte: José Sabogal y el indigenismo.

Este texto lo escribí para uno de los cursos que llevé en el 2017 en la universidad y las imágenes son del archivo virtual del MALI.

El indigenismo

Camilo Blas - Nido de Cóndores (1976)

El Indigenismo es una corriente política y antropológica que busca la reivindicación del indígena dentro de su propio espacio cultural y social, cuestionando y rechazando la discriminación de este por parte de las sociedades dominantes que tenían una gran inclinación hacia lo extranjero, en especial lo europeo. Para poder entender al movimiento indigenista en el Perú es importante entender el contexto económico y social en el que se encontraba el país. A inicios del siglo XX, el Perú se encontraba relativamente a pocos años de la Declaración de Independencia y de la Guerra del Pacífico, por lo que existía una gran crisis de identidad entre los peruanos y el sentido de que no existía todavía una nación. Un ejemplo de esta visión fue demostrado en El Boletín Titikaka, una revista producida en Puno entre los años 1926 y 1930, con artículos de intelectuales jóvenes de la época y que tuvo una extensión de treintaicinco números. En uno de estos artículos, Julián Palacios, miembro del boletín, escribe “se desea hacer nación que es lo que todavía no tenemos en el Perú”. Este pensamiento era derivado del análisis de que en Perú no existía una igualdad de derechos y deberes hacia todos los ciudadanos, como resultado de una falta de preocupación por las políticas gubernamentales del gobierno de turno, el de Leguía. Intelectuales y estudiosos notaron la falta de un programa en favor de la educación rural y esta crítica influyó a la creación de un movimiento político que planteara alternativas a estas carencias, siendo este movimiento el Indigenismo. En ‘El indigenismo en el Perú’, artículo escrito por José María Arguedas, quien también fue uno de los grandes representantes de la narrativa indigenista en el Perú, afirma que los tres mayores investigadores que tuvieron una gran influencia ideológica sobre el pensamiento de la orientación del Perú hacia ideas que se contraponen a la visión que se tenía del indígena fueron Víctor Andrés Belaunde, José de la Riva Agüero, cuyas ideas se desarrollarían en lo que más adelante se llamaría “Hispanismo” y Julio César Tello, que por su parte crea y dirige la sección dedicada a la arqueología en el Museo de Historia Nacional de la República. Otros personajes importantes que se encargan de fundar las bases del indigenismo y reivindicar su posición su fueron el filósofo Manuel González Prada, que a través de sus ensayos cuestionaba la estructura de la sociedad peruana; Pedro Zulen, quien fue promotor y fundador de la asociación Pro-Indígena, instaurada en 1909, un programa que se encargaba de regular y defender los intereses sociales de la raza indígena; y Clorinda Matto de Turner, en 1889 con el libro Aves sin Nido, una novela que revela abusos por parte de las autoridades políticas y religiosas y que también habla de la preocupación de los personajes por descubrir su verdadero origen. En ese sentido, se puede afirmar que, si bien esta corriente en sus inicios tuvo un enfoque político, también extendió su filosofía al campo de las artes, como la literatura, la fotografía, y las artes plásticas y performativas en general.

 

Corriente artística

En el arte, el indigenismo pictórico significaba un rescate y renacimiento de lo autóctono peruano por sobre lo extranjero. Este rescate implica representar la realidad del Perú, es decir, mostrar su diversidad étnica y cultural a través de representaciones y registros de la sociedad peruana en general. Como se mencionó antes, el Perú se encontraba en un estado donde no se consideraba como una nación, no existía una real identidad de los peruanos con los cuales se pudieran sentir identificados. Las minorías de mayor estatus social se encontraban atraídas por lo extranjero, discriminando e ignorando a las mayorías, es decir, los pueblos indígenas y mestizos. Es entonces que nace un movimiento que se encarga en apreciar la belleza y la melancolía del personaje andino, a través de técnicas plásticas, como el color y la pincelada, que definieron bien los sentimientos tanto de los personajes como de los artistas que los representaban.  Entre sus representantes se encuentran los artistas José Sabogal, siendo este el promotor y primer representante de la corriente, y sus alumnos en la Escuela Nacional de Bellas Artes, Julia Codesido, Camilo Blas, Teresa Carvallo, y Enrique Camino Brent.



José Sabogal

Jose Sabogal - La Santusa (1928)

José Sabogal Diéguez fue un pintor peruano, reconocido como el máximo exponente del indigenismo pictórico en el Perú. Nació el 19 de marzo de 1888 en Cajabamba, en la provincia de Cajamarca. Fue el penúltimo de 6 hermanos nacidos en una familia donde el arte ya se encontraba presente. Matías Sabogal, su padre, fue un artesano del cuero, y su hermano Rodolfo, solía dibujar. Su padre murió en 1904 y su hermano Rodolfo un año después, cuando José tenía entre 16 y 17 años. En este periodo, José ingresa a trabajar a la hacienda Cartavio. Trabajó ahí durante cuatro años y con el dinero ahorrado decidió ir a Europa a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Roma. Sin embargo, esta no fue su primera experiencia con los estudios artísticos. Aparte de lo que pudo aprender de su padre y hermano, tuvo una buena formación artística en la escuela de su pueblo. Alipio Seminario se llamó su profesor de Arte, un pintor, escultor y artesano de quien aprendió procedimientos básicos, como preparar colores a partir de tierras y piedra molida.

Una de las mejores definiciones para la obra de Sabogal sería la de ‘memoria’, ya que el artista se convierte en una especie de cronista al representar y retratar a la sociedad peruana en toda su amplitud, ya que su único interés no solo era el indígena, sino el mestizaje en sí. Entre sus retratos no solo podemos ver personajes indígenas y mestizos, sino que también aparecen mulatos, familiares, amigos, así como también una gran producción de paisajes, caricaturas y dibujos para portadas de revista, como el Amauta. Sabogal se desarrolló tanto en el campo de la pintura como en el grabado, produciendo una gran cantidad de xilografías. Su gusto por retratar al pueblo indígena se desarrolló gracias al contexto por el que el Perú estaba atravesando a inicios del siglo XX, donde lo autóctono empezó a tener un mayor lugar dentro de los intereses de las ciencias y las artes.



Jose Sabogal - Indio de Paucartambo (1925)

Unas de las más grandes características de su obra es su gusto por los retratos y los paisajes, composiciones con poco movimiento y colores vibrantes. En primer lugar, los rostros que retrataba Sabogal presentaban una gran expresividad y estaban alejados de una representación realista de la anatomía humana. Además, la figura femenina siempre fue una constante en sus retratos. Las características mestizas siempre resaltadas por el artista proponían una nueva visión de los ideales de belleza de la época. En segundo lugar, los paisajes que pintaba el artista tampoco presentaban una perspectiva realista, pero se asemejan mucho al trabajo y a la visión de los artesanos. En tercer lugar, en cuanto a los colores que utilizaba, se observa una gran tendencia hacia los colores cálidos de tonos tierra, rojos, en contraste a azules intensos. Uno de los comentarios que recibió por parte de la crítica en su exposición en Brandes fue que él no dibujaba, sino pintaba. Esta observación define adecuadamente el estilo de trazo que Sabogal manejaba. Una pincelada gruesa que definía las figuras a través del color y no de la línea. Este tipo de tratamiento se asemeja mucho a lo que sería el postimpresionismo, una corriente artística que tuvo lugar en Europa entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, donde los artistas utilizaban pinceladas gruesas y colores vivos, representando la emoción que sentía quien pintaba por encima del realismo de lo que se veía. Es decir, una visión más subjetiva del mundo. Sin embargo, el trabajo plástico de Sabogal fue criticado negativamente en varias oportunidades, siendo la principal de estas críticas que el pintor no tenía una técnica para pintar. Es decir, su estilo de capas de óleo grueso sobre tela y elecciones cromáticas que se alejaban del estilo de pintura colonial, más detallista y delicado con colores suaves, del que el público limeño estaba acostumbrado a ese entonces. Sin embargo, fue esto lo que caracterizó y permitió al artista destacarse de entre sus pares.



José Sabogal - K’olla / Cholita arequipeña (1925)

Sabogal tuvo un amplio repertorio de obras, dibujos y grabados, de los cuales, muchos de ellos se encuentran hoy en colecciones privadas. Entre sus obras más reconocidas, se encuentran ‘Retrato de Indígena’, ‘Sacsayhuamán’ -xilografía-, ‘El Recluta’, ‘Plaza de Huanta’, ‘Toro, Sol y Vicuña’ y ‘Garcilaso’. En ‘Retrato de Indígena’, 1925, podemos observar a un personaje autóctono del Perú con un chullo y ropas de la sierra. Lo interesante de esta obra es el tratamiento de color que Sabogal aplicó en todo el cuadro en general, pero en especial en el rostro, donde podemos ver tonos azules y celestes en los pómulos del indígena. Esta característica, si bien es propia de movimientos como el postimpresionismo, estaba bastante alejada del canon de la pintura académica y colonial que tenía lugar en Lima hacia inicios del siglo XX. Esta elección cromática fue tanto rechazada como bienvenida dentro del público. En ‘Sacsayhuamán’, una xilografía del año 1925, se observa una representación de Sacsayhuamán, Cusco, vista desde la plaza. Lo interesante de este grabado es el detalle con el que trabaja el artista, con un tratamiento similar al de los artesanos andinos. Si bien no existe mucho interés con respecto al estudio de la perspectiva, es interesante cómo en el paisaje,  además de no contar con personajes en la composición, transmite emociones melancólicas e idílicas, muy propias de la sierra del Perú. En ‘El Recluta’, 1926, también se ve el retrato de un indígena en una posición bastante estática. No obstante, la expresión en este personaje, a diferencia de ‘Retrato de Indígena’, es muchísimo más fuerte, el personaje se ve más seguro de sí mismo, y su postura reafirma esta actitud. En esta obra, se busca una vez más la reivindicación del indígena como miembro de la sociedad peruana, ya que estos solían formar parte del ejército y de encontrarse en posiciones subalternas. Una vez más, los colores y la pincelada también juegan un papel importante en el momento de transmitir la expresividad del personaje. En ‘Plaza de Huanta’, 1932, uno de los cuadros más importantes el artista, se observa una escena soleada en la sierra del Perú. A diferencia de ‘Sacsayhuaman’, en esta se encuentran un par de personajes, pero toman un papel secundario. Los colores utilizados son bastante cálidos y una vez más los tonos tierra conforman la mayoría de la pieza. Una vez más, lo que se busca transmitir en la obra es la vivencia de la vida andina. En ‘Toro, Sol y Vicuña’, 1948, se observa el interés del autor por la artesanía peruana y por el mestizaje, que se representa en los animales que fueron introducidos al país como resultado de la Conquista. Finalmente, en ‘Garcilaso’, cuadro de 1949, se observan elementos y decisiones pictóricas muchísimo más simbólicas que en sus representaciones anteriores. Lo interesante de este cuadro es cómo Sabogal muestra una dualidad en el rostro del personaje, en el cual se pueden ver dos caras, una de frente y otra de perfil. Este tipo de abstracciones siempre estuvieron presentes en la obra del pintor, pero se fueron acentuando hacia su último periodo.   

En el Perú todavía existía un trato discriminatorio hacia los indígenas y gente de color en general. Sabogal quería redescubrir y revalorar toda la diversidad y complejidad que provenía del mestizaje en el Perú y de esta forma rescatar y registrar la realidad y multiculturalidad del país, tanto étnica como artesanal, de forma veraz. Es por eso que la representación de indígena de Sabogal no fue igual a la de Luis Montero con ‘Los Funerales de Atahualpa’. El tema del indio había sido tocado anteriormente por otros artistas pero de una forma más romántica y lejana, como un personaje del pasado. Por ejemplo, Francisco Laso pintaba indígenas a partir de fotografías tomadas en un estudio. En cambio, la visión de Sabogal fue más cercana y real, y esta visión fue acompañada de un nuevo estilo pictórico que el Perú aún no había experimentado. Un estilo subjetivo con un mayor discurso por parte del artista, que quería representar en sus obras la emoción que él y sus personajes o sus paisajes evocaban, y no una representación fiel y académica de la realidad. Es ahí donde radica la importancia de Sabogal, quien fue considerado por José Carlos Mariátegui, el primer pintor peruano, ya que fue el pintor el primer artista en tener una relación y un compromiso con el país.

 

Bibliografía

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